Reconozco mi propia historia en las vivencias y los secretos de otros: personas que han guardado una cantidad descomunal de objetos, pequeñas historias acumuladas a través de los años, sus desplazamientos, instantes importantes que se han quedado congelados, empolvados, guardados: muchas veces no tienen un uso cotidiano, solo están ahí empaquetados, en cajas, embolsados, pero tampoco son desechados, pues forman parte de la memoria.
En mi trabajo trato siempre de encontrar un punto de encuentro entre el relato de cada persona y los recuerdos a los que ya no tengo acceso. El contacto con los años acumulados me permite regresar a lugares de antaño. La necesidad de entender el paso del tiempo y el transcurrir finito de las personas, es el punto de partida que guía mi trabajo